jeudi 29 octobre 2015

La leyenda de los hermanos Rodríguez

Cada 26 de mayo, día de su cumpleaños, Adolfo López Mateos recibía un Ferrari último modelo como regalo. El presidente mexicano que se peinaba hacia atrás a la moda de los grandes actores de la época y lucía un reloj de oro recorría las autopistas de la Ciudad de México casi acostado en el bólido italiano, como si estuviera postrado en un ataúd. El empresario que le regalaba religiosamente el coche, Pedro Rodríguez, otro fanático de las carreras, lo convenció de construir durante su mandato uno de los autódromos más grandes del mundo, una obra imperecedera que lograría que su nombre jamás fuera borrado de la historia y se asociara para siempre a esta versión moderna del coliseo romano, donde los hombres compiten y mueren a toda velocidad.

Seguir leyendo.



source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/1WkcgLk

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire