Olía a un perfume intenso en el AFAS Stadium de Alkmaar. El perfume holandés del AZ, un exportador voraz de futbolistas, pero fiel a la colonia holandesa del fútbol, a pesar de tener apenas 48 años de vida. Suficientes para impregnarse de la historia holandesa, al menos en el planteamiento. Lo malo para los chicos holandeses es que el perfume era más intenso que duradero. Moría en cuanto se acercaba al área. Ahí se lo llevaba el viento. El olor del Athletic, con el plan B, no altera su olor intenso, una mezcla de presión, intensidad, sudor y, a veces atolondramiento. Muchos de los once que salieron al campo apenas habían coincidido en unos pocos minutos esta temporada. Perdía el Athletic conjunción, como un acordeón desafinado, a veces pletórico, a veces afónico. Un tridente con Aketxe, Kike Sola y Viguera en ataque es lo más parecido a la improvisación. Los tres resultaron intrascendentes. Al menos Aketxe, tuco en su bota izquierda un disparo que Coutinho despejó con la yerma del último dedo de su mano izquierda cuando la red casi acunaba el balón. El portero holandés también había repelido un disparo de Eraso, pero el corazón se le paró al Athletic cuando un poco antes Rienstra, el medio centro (véase la voracidad del AZ) disparó al larguero ante el atónito Herrerín.
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