La tremenda cola que se formó en el acceso al Wanda Metropolitano para los medios de comunicación acreditados provocó que la comparecencia de Arsène Wenger comenzase con 15 minutos de retraso. Apareció el técnico del Arsenal con un chándal negro, una indumentaria casi fúnebre, que nada tenía que ver con la expresión de su cara. Tras calentarse las manos con el pantalón y colocarse los auriculares en la cabeza, respondió con elegancia a todas las preguntas que se le plantearon. Como si en los 22 años de trayectoria que lleva al frente del equipo inglés se hubiese vacunado contra cualquier interrogatorio.
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