En Mendizorroza era todavía verano ayer. Algunos de los que no fueron al fútbol apuraban los últimos rayos de sol en la piscina que está justo enfrente del estadio. Los jugadores del Alavés llegaron andando al campo, preguntando a los empleados de seguridad por dónde podían entrar. Los más pequeños aprovecharon para sacarse fotos con sus ídolos. Los mayores, para animar a la plantilla, que en estas seis primeras jornadas no ha sumado ningún punto. Tampoco había marcado todavía hasta ayer, frente a un Madrid que terminó pidiendo la hora.
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