Da para inspirar un buen guión de Hollywood, pero esta historia jamás hubiera sucedido en el deporte profesional americano, donde los derechos de sus actores dependen del albedrío de unas franquicias que los manejan como mercancía. En la élite del fútbol europeo todavía es posible que un deportista pueda determinar su futuro, desechar ofertas y enrocarse en la que desea hasta salirse con la suya. “Ojalá con Lucas se cumpla ese dicho de que los futbolistas juegan donde quieren”, dijo este verano Fernando Navarro, veterano zaguero del Deportivo. Esta es una historia de dinero, pero sobre todo de amor, de pasión, de respeto a la palabra dada, de ilusión por cumplir el anhelo del niño de barrio que soñó con pasear como un ídolo en su ciudad, que también quiso probarse contra los mejores.
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