La burocracia ha jugado una mala pasada al Leicester City en el cierre del mercado de fichajes de este verano. El conjunto inglés, que vio como una de sus piezas más importantes, el centrocampista internacional Danny Drinkwater, hacía las maletas rumbo al Chelsea previo pago de casi 40 millones de euros, quiso ocupar su lugar con el portugués Adrien Silva. El jugador, de 28 años, aceptó el cambio de aires y su club, el Sporting de Portugal, estableció el traspaso en 24 millones de euros. Con el acuerdo entre clubes cerrado solo faltaba que la documentación llegase a las oficinas del Leicester, pero algo se torció. La información no llegó a tiempo al Transfer Matching System (Sistema de Correlación de Transferencias) de la FIFA antes de que se bajase la persiana del mercado de fichajes (el pasado 31 de agosto a las 22:59 hora española) y el jugador no pudo ser inscrito con su nuevo club. 14 segundos de retardo tuvieron la culpa.
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