El 2 de diciembre de 2010, Rusia y Qatar fueron elegidas como sedes de los Mundiales de 2018 y 2022, respectivamente. Cinco años después, aquella decisión generó la mayor crisis de credibilidad e integridad en la historia de la FIFA. Aquel 2 de diciembre, Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol y vicepresidente de la FIFA, pronunció aquel histriónico discurso en el que salió en defensa del comité ejecutivo. “Quiero al fútbol, pero a los que más quiero son a mis compañeros del comité ejecutivo. La FIFA es limpia, hace las cosas con honestidad, trabaja por el fútbol y por el mundo. Todos sois honestos y trabajadores. El proceso de candidatura es limpio, digan lo que digan”. Cinco años después, de los 24 miembros del órgano de gobierno de la FIFA que ensalzó Villar, 17 tienen causas abiertas o están bajo investigación, incluidos el presidente Joseph Blatter y el que iba a ser su sucesor, Michel Platini, sobre los que sobrevuela una sanción de por vida.
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