Sería lógico pensar que, tras una grave lesión de rodilla, con 30 años de edad y acabando contrato con su equipo, un deportista profesional se sintiese frustrado y temeroso de que su carrera hubiera llegado a su fin antes de tiempo. Sin embargo, el espíritu de superación de Carlos Ruesga, jugador del Barcelona de balonmano, no tiene límites y ha sido capaz de darle la vuelta a una situación de lo más adversa a base de optimismo, trabajo y sacrificio. El central gijonés, campeón del mundo en 2013, sufrió una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha en mayo en un encuentro entre España y Alemania. Con el vencimiento de su contrato con el Veszprem, húngaro, a falta de un mes, decidió ponerse en contacto con el Barça para iniciar su rehabilitación: “Tenía la posibilidad de elegir dónde operarme al lesionarme con la selección. Opté por Barcelona por mi confianza con el doctor Gutiérrez, médico de la selección en la etapa de Valero Rivera, e inmediatamente después el Barça me ofreció realizar la recuperación con los servicios médicos del club. Se han portado de manera excepcional conmigo y todo ha salido a la perfección, incluso he vuelto a jugar antes de lo previsto”.
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