El Comité Técnico de Árbitros tiene un problema en el Bernabéu. Desde que el Madrid perdió en Villarrreal (1-0), el 13 de diciembre, las sospechas que existían entre un sector de los profesionales del fútbol en el sentido de que esta Liga estaba expuesta a la prevaricación desde los despachos, han cobrado forma de denuncia pública y de conflicto explícito. Primero, con la conferencia de Paco Jémez tras la goleada por 10-2 del Madrid al Rayo, advirtiendo de que los arbitrajes ponían en riesgo la “credibilidad de la Liga”. Ayer, con el hecho insólito protagonizado por Jokin Aperribay, presidente de la Real Sociedad, que bajó al vestuario de los árbitros en el descanso del partido en Chamartín para amenazarlos con ponerles una querella después de que le pitaran dos penaltis injustificables desde todo punto reglamentario a excepción, claro, del que confiere al juez el privilegio de la arbitrariedad. Los árbitros tienen derecho a interpretar como mejor les parezca. Incluso tienen derecho a equivocarse. Pero las equivocaciones repetidas a favor del Madrid en los dos últimos encuentros disputados por el equipo que preside Florentino Pérez han generado un clima enrarecido.
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