lundi 21 décembre 2015

La última lección de Leo Messi

El miércoles por la mañana, en el hotel donde se hospedaba la expedición oficial del Barcelona, a 20 pisos de altura sobre la bahía de Yokohama, daba pena mirar a Messi. No podía ni caminar, afectado de un cólico nefrítico, así que mientras sus compañeros se desplazaban al estadio para jugar la semifinal contra el Guangzhou Evergrande, el 10 se quedó en la cama, hecho un guiñapo, convertido en dolorido ovillo bajo las mantas, de donde no se movió en dos días. Hasta que el viernes expulsó la piedra y su alivió contagió al barcelonismo. El sábado se ejercitó con el equipo y ya nadie tuvo duda de que contra River, Messi saltaría a la cancha porque, aún con la piedra a cuestas, ya advirtió a familiares y compañeros: “El domingo, juego”.

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