Cuando la revista Der Spiegel reveló hace nueve días que Alemania había obtenido la sede del Mundial 2006 gracias a un ominoso pago de sobornos, una denuncia que desató una peligrosa guerra interna en el seno de la poderosa Federación Alemania de Fútbol (DFB), muchas preguntas quedaron sin respuestas y la prensa germana esperaba con ansiedad una aclaración del principal protagonista del escándalo, el famoso Franz Beckenbauer, que desempeñó el cargo de presidente del Comité organizador de la gran fiesta deportiva.
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