Un equipo exige más que ningún otro la mirada clínica de los datos. Es el Getafe, que juega sin el menor asomo de retórica, pero con una eficacia implacable. Su recorrido impresiona: ascendió a Primera en 2017, terminó octavo el año siguiente y quinto una temporada después. Ahora ocupa el tercer puesto y no será fácil desplazarle de ahí. El Getafe está hecho de acero.
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