El relevo en un banquillo a mitad de temporada, independientemente de las circunstancias, debe ir acompañado de la máxima discreción. Es lo más sano para las partes implicadas, y también para evitar algún intento de intoxicación sobre la percepción de un equipo en el exterior. En mi etapa como director deportivo en el Maccabi de Tel Aviv, me cuidé mucho de evitar cualquier filtración cerrando las sesiones de entrenamiento a la prensa a cal y canto, para disgusto de los medios locales, habituados a campar a sus anchas en la ciudad deportiva y a hacer corrillos con futbolistas. Les costó asumirlo pero, a la larga, creo que acabaron entendiendo con respeto la decisión. Ese es el camino trazado hoy en día en el fútbol profesional, y cualquier vestuario lo agradece para centrarse al cien por cien en mejorar.
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