Velocidad máxima y velocidad justa. Lo más destacado por aficionados y comentaristas en el Madrid-PSG fue la velocidad. El Madrid jugó a “gran velocidad”, repetía el personal con admiración, asociando velocidad con excelencia. Pero si el equipo deslumbró durante largas fases del partido no fue porque jugara a toda velocidad, sino a todas las velocidades, que es muy distinto. En corto y en largo, en horizontal y en vertical, al pie y al espacio, siempre con alta precisión y buen criterio. Un juego limpio como si el balón recorriera el campo en una cinta transportadora. Muchas veces frenando el ritmo, como cuando Marcelo, Hazard y Benzema se encontraban en el sector izquierdo y mataban el tiempo pasándose el balón como si esperaran a alguien. Otras veces acelerando, porque cerca del área las jugadas son ventanas que se abren y se cierran en décimas de segundo. Ese es el gran fútbol, el que alterna la serenidad con la tormenta.
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