“¡No sé qué pasa!”, confesaba hace un par de meses Antoine Griezmann a personas de su entorno. Tan ferozmente competitivo como hábil para adaptarse a distintas circunstancias, al delantero francés le resultaba extraño lo distante que era el vestuario azulgrana con él. Entendía que no hacía nada chocante, fuera de lugar, en un grupo repleto de estrellas que le había abierto las puertas del Camp Nou en el verano de 2018. “Es obvio que me gusta, es uno de los mejores del mundo”, aseguraba Messi entonces para cerrárselas en 2019. “No hablo de Griezmann”, soltaba, rotundo, el capitán un año después. Por el medio, Griezmann había realizado el documental La Decisión, producido por una de las empresas de Gerard Piqué, en el que anunciaba que le decía no al Barcelona para continuar en el Atlético de Madrid en la previa del Mundial de Rusia. Una decisión que rectificó en marzo de este año cuando se comprometió con el Barça. Parecía que ya era tarde, pero no.
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