Lydia Valentín vive inmersa en una lucha burocrática por reclamar las medallas de Pekín 2008 y Londres 2012 que el dopaje de sus rivales le birló. Javier Gómez Noya no olvida su propia lucha burocrática cuando le arrebataron la licencia para competir después de que le diagnosticaran una anomalía cardíaca. Ella, en halterofilia, y él, en triatlón, deportes que viven del aliento olímpico, saben lo que es encontrarse con dificultades y superarlas. Valentín se colgó la medalla olímpica de bronce en 2016 y pronto cree que podría guardar en la vitrina las otras dos, junto a los tres título europeos y el bronce mundial. Noya fue subcampeón olímpico en Londres y ha ganado cinco veces el campeonato del mundo. Cuando aun quedan tres años para la próxima cita olímpica, ambos deportistas encuentran un hueco para la reflexión y la mirada al pasado y al futuro.
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