El próximo 27 de junio, Mónica Gómez Ferrer, titular del juzgado de instrucción número 1 de Pozuelo, espera la comparecencia en calidad de investigado de Jorge Mendes. La Administración fiscaliza la posible responsabilidad penal del empresario portugués en relación con el caso de presunto fraude fiscal de Radamel Falcao, uno de sus seis clientes sospechosos de construir tramas para evadir impuestos en España. Por el camino, el proceso hace temblar a Gestifute, una de las organizaciones más peculiares e influyentes del fútbol. Una estructura de carácter personalista que ha crecido hasta alcanzar el límite del descontrol desde que, en enero de 1997, Mendes firmó su primera operación como representante: el traspaso de Nuno Espírito Santo del Vitoria de Gimaraes al Deportivo. Han pasado 20 años y el imperio más grande jamás construido por un intermediario de jugadores exhibe una brecha.
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