“Han pasado 19 años de aquella final y yo todavía recuerdo el silencio que había en nuestro hotel. El único que lo rompía era Morientes, con su alegría y sus bromas”, dice Roberto Carlos. El Real Madrid había volado a Ámsterdam tres días antes de la final. Se entrenaba en la ciudad deportiva de la selección holandesa. A los jugadores, confiesa Pedja Mijatovic, esos días se les hicieron eternos. “Cambiabas de pensamientos cada cinco minutos, a ratos estábamos animados, a ratos preocupados, a veces pensábamos en qué haríamos si ganáramos. Otras en cómo acabaría la cosa después del ridículo en Liga”, cuenta el que con su gol dio la Séptima al Real Madrid.
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